martes, 3 de junio de 2008

NACIÓN - INTEGRIDAD Y TERRITORIO: CONCEPCIÓN HISTÓRICA



MANUEL UGARTE


La existencia de los pueblos, como la existencia de los individuos, está sembrada de odiosas injusticias. Así como en la vida nacional hay clases que poseen los medios de producción, en la vida internacional hay naciones que esgrimen los medios de dominación, es decir la fuerza económica y militar, que se sobrepone al derecho y nos convierte en vasallos."
M. U.
“Manuel Baldomero Ugarte nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1875, aunque algunos consignan el año 1878, en papeles personales que se encuentra en el Archivo General de La Nación, verificamos la fecha de 1875. Sus padres, argentinos ambos, fueron Floro Ugarte y Sabina Romero. En 1881 ingresó al Colegio Nacional Buenos Aires, y en 1890 -a su regreso a Buenos Aires desde París- abandonó definitivamente el bachillerato para dedicarse a las letras.En 1893 publicó un cuaderno de poemas, Palabras, que financió su padre y, poco después, Poemas grotescos y Versos y Serenatas. En octubre de 1895 fundó la Revista Literaria, de la que sería director. Esta revista, inspirada en la fundada por Rodó en Montevideo, recibió el elogio del propio Rodó, de Ricardo Palma y Almafuerte.

LA NACIÓN LATINOAMERICANA

Durante los primeros tres lapsos del siglo XX, Manuel Ugarte (Argentina, 1875-1951) cruzó una y otra vez el continente clamando por la unidad y demostrando la inferioridad de los pequeños países balcanizados frente a los compactados en uniones y federaciones continentales. De este precursor de la unidad latinoamericana se reúnen en el presente volumen sus textos más representativos, ordenados temáticamente relación con las que constituyeron sus principales preocupaciones: unidad latinoamericana, antiimperialismo, nacionalismo democrático y cultura nacional latinoamericana. Estos escritos fueron seleccionados del archivo personal de Manuel Ugarte, de su correspondencia y artículos periodísticos de muy difícil acceso y, en ciertos casos, de capítulos de algunos de sus libros. El esfuerzo de selección y compilación de estos textos, así como la realización del estudio preliminar que nos introduce a la vida y obra de Ugarte, han estado a cargo de uno de los mejores conocedores de su trayectoria, el investigador argentino Norberto Galasso







ÁNGEL RAMA

Ángel Rama (Montevideo, 1926 - Madrid (Barajas), 1983). Escritor, académico y crítico literario uruguayo. Hijo de inmigrantes gallegos a Uruguay, Ángel Rama estudió en el College de France de la Universidad de París. Fue maestro a nivel secundario y universitario, y llegó a ser director del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Montevideo en los años sesenta. Se desempeñó como profesor universitario en diversas instituciones americanas y europeas. Dirigió y fundo la Editorial Arca, también fue director literario de la Biblioteca Ayacucho de Caracas. Miembro de la "Generación del 45" o "Generación crítica" de Uruguay, publicó con frecuencia artículos y reseñas en el semanario Marcha que desparecería con la llegada al poder del régimen militar en Uruguay. Una de sus frases más recordadas es: "Uruguay made me" ("Uruguay me hizo") que escribiera en su artículo "La lección intelectual de Marcha", cuando dicho semanario ya había desaparecido [1]. Murió en el accidente aéreo de Mejorada del Campo (Madrid), en 1983 junto con su esposa Marta Traba. En el mismo acidente aéreo perdía también la vida el autor mexicano Jorge Ibargüengoitia.
Lo más destacado de la obras de Rama es su obra crítica, en la que principalmente analizó al fenómeno del Boom Latinoamericano, encontrando sus motivos y raíces, así como tratando de hallar sus posibles consecuencias. Como ejemplo de esto, acerca de la obra La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, escribió en el prólogo: Una vez polemizamos Mario Vargas Llosa y yo a propósito del género novela. El estaba entonces imbuido del subjetivismo astuto de sus primeras creaciones, más atraído por la génesis oscura de las fuerzas desencadenantes (los dichosos fantasmas o demonios) que por los productos objetivos y sus efectos sobre el medio. Yo trataba de argumentar, recurriendo a las fuentes del género, acerca de que la novela ha sido y es un arma. Pienso que con esta obra me ha dado la razón, pues ella está construida como un arma
1926:30: Nace en Montevideo, de padres españoles inmigrantes, Ángel Rama, importante crítico, investigador y editor uruguayo. Rama llegó a Venezuela en 1972, donde realizó importantes labores en el campo de la literatura, como la creación de la Biblioteca Ayacucho, obteniendo la nacionalidad venezolana en 1977. Murió en España en 1983.


¿Latinoamérica o Hispanoamérica?
A diferencia de la independencia de Brasil, la de los territorios de lengua española se logró a base de largas y sangrientas luchas, algunas de las cuales llegaron hasta nuestros días, como la fronteriza entre Perú y Ecuador, a la que puso fin el Tratado de Brasilia, de 26 de octubre de 1998, recientemente firmado en el Palacio de Itamaraty, con la asistencia de los Reyes de España como testigos privilegiados. O el litigio entre Argentina y Chile sobre los Campos de Hielo, que se zanjó mediante un Acuerdo de 16 de diciembre de 1998. «Tras la guerra, la independencia; y tras la independencia, la unión y la libertad». Así lo había prometido Bolívar. Después de sus victorias militares, se dispuso a sentar las bases de la futura constitución de las nuevas repúblicas, pero no fue más allá de la Gran Colombia que, por otra parte, habría de dinamitar su compañero el caudillo republicano José Antonio Páez. Era evidente que, roto el vínculo unificador que representaba la Corona española, el entendimiento entre pueblos y, sobre todo, entre los dirigentes, no se alcanzaría nunca. Y no sería por falta de proyectos, orales y escritos: el mismo Bolívar había publicado el «Manifiesto de Cartagena» en 1812, la «Carta de Jamaica» en 1815 -difusa como todas las suyas, según Pi y Margall-; en 1919 pronuncia el Discurso de Angostura, y otro en 1825 ante el Congreso constituyente de Bolivia. En todos insiste en la necesidad de alcanzar la unidad, «una sola nación sujeta al mismo soberano y a las mismas leyes». Pero en el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 -«mermada asamblea, malograda, escuálida»- Bolívar no compareció. Sus entusiasmos iniciales, sus reiteradas promesas de independencia, unidad y libertad, no pudieron hacerse realidad. Antes al contrario, las divisiones y disensiones brotaban por doquier: luchas internas, fronterizas, personales entre dirigentes, etc. llevaron a Bolívar a un sentimiento de derrota que le consumía. «La América entera es un cuadro espantoso de desorden sanguinario… Nuestra Colombia marcha dando caídas y saltos, todo el país está en guerra civil… En Bolivia, en cinco días ha habido tres presidentes y han matado a dos…», se lamentaba en 1829. Y más tarde: «la América es ingobernable para nosotros… el que sirve una revolución ara en el mar… nunca he visto con buenos ojos las insurrecciones, y últimamente he deplorado hasta la que hemos hecho contra los españoles». Decepcionado, desilusionado, se retiró en 1830 a Santa Marta, en donde, hospedado en la Quinta de San Pedro Alejandrino, propiedad del español Joaquín de Mier, fallecía de tuberculosis pulmonar el 17 de diciembre de dicho año, a los cuarenta y siete de edad, rodeado de los pocos amigos que le habían acompañado. La unidad sería ya irrecuperable, según habían previsto Humboldt y San Martín, para quienes el único vínculo integrador de aquellas tierras y aquellos pueblos era el elemento hispano, del que ahora renegaban. «Los españoles europeos, nuestros natos e implacables enemigos… los destructores españoles… las barbaridades que cometieron los españoles…, madrastra España…», eran frases que acostumbraban a emplear los insurgentes republicanos, los rebeldes españoles de ultramar, no los indios.
Ni la amenaza procedente del Norte fue suficiente para promover la unidad de las jóvenes repúblicas. En 1821 se formuló la doctrina del «destino manifiesto» que se remató en 1822 con el mensaje de Monroe al Congreso: «América para los americanos». Y a partir de entonces, la marcha hacia el Sur, hacia el Pacífico, a base de tratados, ocupaciones y astucias: Texas, Arizona, Nuevo México, Colorado, Nevada, California y Utah, son incorporados a la Unión. La raza anglosajona amenaza a la raza latina, según denuncia el colombiano José María Torres Caicedo en su poema «Las dos Américas». Y los años siguientes demostraron hasta la saciedad cómo la política exterior y la diplomacia norteamericanas seguirían en esa dirección. Francia, que se consideraba defensora de la latinidad, no podía permanecer indiferente ante esta invasión. Y como España no estaba en condiciones de asumir la defensa de lo hispano, y menos de lo latino, el economista francés Michel Chevalier, que había viajado por el Nuevo Mundo, y a la sazón era consejero y ministro de finanzas de Luis Napoleón, ideó y perfiló el concepto de Europa Latina para oponer al de América Sajona. Planteado como un conflicto étnico, era necesario trasladarlo a América para construir la defensa a fin de evitar que los dominadores anglosajones del Norte traspasen la línea del Río Grande o Bravo. Y se aprovechó esta ocasión para el envío de tropas a México, con cuya ocupación se preparaba el desembarco para restaurar una monarquía latina. La frustrada operación, que se saldó con el fusilamiento del emperador Maximiliano, en 1867, tras un efímero imperio de tres años, obligó a la retirada de Francia, en un final previsto por Prim, comunicado en carta a Napoleón III, así como por Castelar. Y en 1856 aparece el nuevo concepto de la América Latina, Latinoamérica, con objetivos político-culturales, en textos del citado Torres Caicedo y del chileno Francisco Bilbao, que escribían desde París. Y aunque estos términos empiezan siendo utilizados como equivalentes o sinónimos de los entonces vigentes América Hispana o Hispanoamérica, lo cierto es que estos últimos dejan de emplearse poco a poco, a impulsos de un movimiento indigenista de raíz antiespañola, encabezado por Vasconcelos, quien lo abandona para confesar, poco antes de morir, que «parias del alma nos quedamos al renegar de lo español que había en nosotros».
Si bien el nombre de América es el resultado de un error del cartógrafo Waldseemüller, ahora se corre el riesgo de perder el apellido de Hispana, que se pretende sustituir por uno igualmente erróneo. Es el «coste semántico» de que habla Rubert de Ventós. Las nuevas expresiones fueron prácticamente desconocidas en España. En «La Ilustración Española y Americana», de 1876, se lee que «México es el centinela de la America Latina». Y aún a finales del siglo XIX, nadie, escritor, historiador o filólogo, usaba los términos de America Latina,latinoamérica, según escribió en 1918 el historiador Aurelio Espinosa. Por su parte, los mismos franceses usaron durante cuatro siglos el nombre de Amérique Espagnole; los ingleses y norteamericanos, el de Spanish America. Una gran revista científica y una importante entidad cultural en Estados Unidos se llaman respectivamente «Hispanic American Historical Review» y «The Hispanic Society of America». Los norteamericanos decían y dicen todavía The Spanish Península cuando se refieren a la nuestra. Las propias jóvenes repúblicas nunca se consideraron latinas sino siempre españolas, hispanas, hispánicas, hispanoamericanas. El cubano José Martí y el nicaragüense Rubén Darío hablaban frecuentemente de nuestra América. El canónico mexicano José Mariano Beristain de Souza publica en 1816 una obra de erudición que titula «Biblioteca hispano-americana septentrional». Y en 1845, el político e historiador francés François Guizot se refería a ellas como «las repúblicas españolas de América». Los nuevos términos afrancesados no dejaron de producir enérgico rechazo. Don Juan Valera preguntaba: «¿Qué tiene que hacer el Lacio con nuestros países?» Y el uruguayo José Enrique Rodó escribió en su Ariel: «no necesitamos los sudamericanos cuando se trata de abonar esta unidad de raza, hablar de una América Latina; no necesitamos llamarnos latinoamericanos para levantarnos a un nombre general que nos comprenda a todos, porque podemos llamarnos iberoamericanos, nietos de la heroica y civilizadora raza que sólo políticamente se ha fragmentado en dos naciones europeas; y aún podíamos ir más allá y decir que el mismo nombre de hispanoamericanos conviene a los nativos del Brasil…» En los primeros años de este siglo los nuevos términos tampoco tuvieron mucha aceptación, ni en España ni en el extranjero. Cuando el historiador francés Fernand Braudel procede al estudio de la América del Sur, dice que «recientemente, primero en Francia (en 1865 y entonces no sin segundas intenciones) y después toda América, han concedido el epíteto de Latina». Ante los renovados intentos de las últimas décadas, para restablecer la vigencia de las nuevas expresiones, se han producido, asimismo, idénticas reacciones. Así, dice Américo Castro que el término de América Latina o Latinoamérica es tan inoportuno como lo sería el de Amércia Germánica aplicado a los Estados Unidos fundándose en que el inglés es una lengua germánica. Y añade que «para un español el término latinoamericano es artificial». Por su parte, Salvador de Madariaga se pregunta «¿qué habrá en Hispanoamérica que con tal de evitarla a tales contradicciones lleva?» Y Julián Marías, tras confesar que lleva meditando sobre el tema más de treinta años, escribe:
«para los países hispánicos de América, la mayor tentación ha sido el intencionado mito de Latinoamérica, palabra acuñada con propósitos políticos a mediados del siglo XIX, y cuya falsedad se revela por el hecho de que nunca se incluye a Quebec; esa expresión finge una unidad suficiente sin referencia a España, es decir, al principio efectivo de vinculación de sus miembros entre sí. Si se elimina el ingrediente español en los países hispánicos, se volatiliza toda conexión social que pudiera llegar a articularlos en un mundo coherente».
Alcalá Zamora, aceptando la latinidad de España, encuentra «absurdo que así se puede calificar a la América por ella colonizada; pero si se marcha en busca de la latinidad y desde los pueblos americanos de origen hispano, el camino lo trazó la geografía y lo siguió la historia a través de España». También Enrique Suárez Gaona dice que «el concepto de América Latina es uno de los grandes mitos de la Historia contemporánea… una creación de intelectuales y políticos avisados». Si el americano es hoy sinónimo de estadounidense, los otros son latinoamericanos. Como dicen I. Abelló y M. Montero, esta denominación fue «lanzada por Francia hacia 1860 para diluir el pasado español y neutralizar las expectativas que pudiera tener el pangermanismo de Bismarck». Otros escritores rechazan, igualmente, los referidos términos. El poeta colombiano Eduardo Carranza entiende que Latinoamérica no es más que «una palabra moderna que pretende disminuir la hazaña fundamental de España en América… no es más que una forma de renegar de la filialidad hispánica… en un sentido étnico y cultural me parece un término repulsivo… Yo me siento latino, soy un criollo colombiano, hispanoamericano y, más anchamente, hispánico». Guillermo Cabrera Infante critica el uso generaliado de Latinoamérica, latinoamericanos, y propone se usen más los de Iberoamérica, iberoamericanos, o, por qué no, Hispanoamérica, hispanoamericanos. Para terminar preguntando: ¿cómo llamar latinos a los negros de Cuba o de Brasil? Y en el mismo sentido se expresa Rosendo Cantó, ex-embajador de Cuba, que escribe: «¿Qué relación existe entre un indio, un quechua o un negro de Barlovento o Santiago de Cuba con esa latinidad puesta en marcha por los enemigos de España para poder crear el concurso de Francia y de EEUU una expresión válida para desmerecer, o desmejorar, o vituperar la colonización y culturización españolas del Nuevo Mundo?» El chileno Hernán Cubillos dice:«America Latina, o más bien Hispanoamérica, como gustaba llamarla uno de los más brillantes historiadores de mi país…» y más adelante: «ciertos sellos particulares que devienen de la historia de la Madre Patria…». Muy significativas, al efecto, son unas declaraciones de Octavio Paz en 1990:
«Iberoamérica no me gusta, porque hubo una Iberia en Asia. Prefiero Hispanoamérica cuando hablo de los escritores americanos en lengua española, y para referirme al conjunto -los brasileños hablan portugués y los haitianos francés-, entonces creo que es mejor decir Latinoamérica. En general, me quedo con hispanoamericano».
El norteamericano J.C. Cebrián, al rechazar la denominación de América Latina y afirmar la adjetivación española, alega que los países hispanoamericanos son hijos legítimos de España, sin intervención de Francia ni de Italia ni de ningún otro país.
«España sola alumbró esas nacionalidades, descubrió aquellas tierras, las colonizó, perdió en ello a sus hijos, gastó sus caudales, empleó su inteligencia y sus métodos propios, censurables o no, como tantas veces lo han considerado otros países. España sola dotó a aquellos pueblos de una lengua común, de unas leyes, usos, costumbres, vicios y virtudes... Y una vez emancipados, todo el mundo los continúo llamando países hispanoamericanos o repúblicas hispanoamericanas».
En el Congreso de Academias de la Lengua, celebrado en Bogotá se acordó que la denominación oficial fuese Hispano América, lo que supuso el rechazo implícito de otras que se habían propuesto: Amerindia, Latinoamérica… El Diccionario, que publica la Real Academia Española en su XXI edición, Madrid, 1992, define hispanoamericano «perteneciente a españoles y americanos… de los países de América en que se habla español…, de los individuos de habla española»; en tanto por latinoamericanos entiende el «conjunto de los países de América colonizados por naciones latinas:España, Portugal o Francia». La gubernamental «Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura» (OEI), de ámbito hispano-portugués-americano, emplea solamente los vocablos Iberoamerica/Iberoamericanos tanto en sus Estatutos como en su Reglamento Orgánico. No hay una sola referencia a lo latino ni a la latinidad. «Pensamiento Iberoamericano, Revista de Economía Política», es el título de una publicación patrocinada por el ICI de España y la CEPAL de las Naciones Unidas; en la misma hay una excesiva proliferación de latinoamericanismos. Y el mismo ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana edita desde 1948 «Cuadernos Hispanoamericanos», que acaba de cumplir medio siglo con un número sobre «El 98 visto desde América». Sin una acusación expresa de rechazo, pero sí de condena al utilizar las clásicas expresiones, hay infinidad de personalidades, empezando por don Juan Carlos, que siempre, en todos sus discursos pronunciados en innumerables ocasiones, dentro y fuera de España, emplea los términos Iberoamérica, Hispanoamérica, pero nunca los de Latinoamérica o América Latina. El Príncipe de Asturias, si bien alguna vez aludió a Latinoamérica, en la mayor parte de sus intervenciones sigue la línea hispana. Esa es la actitud de la mayoría de los escritores españoles, más respetuosos con la verdad histórica que con las nuevas tendencias pseudoprogresistas. Hay otro grupo de escritores que utilizan unas y otras expresiones, sin atender a diferencias entre ellas, como sinónimas. Y dentro del terreno oficial hay ejemplos. Conviene recordar que por Ley de 31 de diciembre de 1945, el primitivo «Consejo de la Hispanidad» fue transformado en el «Instituto de Cultura Hispánica». Pasó a llamarse «Centro Iberoamericano de Cooperación» en 1977 y, desde 1979 ostenta la denominación oficial de «Instituto de Cooperación Iberoamericana». Es de desear y esperar que no se «afrancese».
[Unión Europea:]En la Unión Europea suele distinguirse entre Centroamérica y Latinoamérica como entidades distintas e independientes. En el Parlamento se emplean unas y otras denominaciones como sinónimas, si bien a la hora de titular algunos Informes se hace mención a «El Parlamento Europeo e Iberoamérica». Y cuando se dice América Latina es para referirse a sus relaciones con el Parlamento Latino-Americano, en el cual figuran las Antillas Holandesas junto con las naciones iberoamericanas; y con el Parlamento Andino, integrado por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. No obstante, cuando se indicó a intérpretes y traductores que fuesen fieles al uso de los términos Hispanoamérica, Iberoamérica, etc. en su versión a los demás idiomas, rechazaron la observación por «improcedente». Existe un último grupo de escritores, singularmente en la rama del periodismo, para quienes es válido únicamente el término Latinoamérica/América Latina. Nunca suelen referirse a la América Hispana, Iberoamérica, Hispanoamérica, que consideran términos nefandos cuya invención atribuyen al franquismo; o, cuando menos, obsoletos, impropios o simplemente, dotados de una carga ideológica que rechazan frontalmente. Hay constancia de ello en algunos actos y publicaciones oficiales. En 1984, la Asociación de Periodistas Europeos y el Instituto de Cooperación Iberoamericana celebran un Seminario para estudiar los cambios en el «Cono Sur de América Latina». En 1985, el Instituto de Cooperación Iberoamericana, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Comunidad Autónoma de Madrid crean un organismo que se denomina «Centro Español de Estudios de América Latina» (CEDEAL), y su Director, Juan Marichal, expresó en sus primeras palabras «un muy sincero sentimiento de respeto ante Latinoamérica». La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) convoca becas para el Curso 1997-98, en cuyo programa se introduce por primera vez el vocablo latinoamericano en sustitución de iberoamericano. La misma Casa de América dependiente de la Secretaría de Estado para Iberoamérica, emplea con demasiada frecuencia las expresiones América Latina/Latinoamérica; aunque hay que reconocer que a veces se ve forzada por el título de las mismas personalidades o instituciones que protagonizan sus actividades. Si bien últimamente parece que, poco a poco, van desapareciendo y se emplean las más correctas.
Y así no es de extrañar que muchas empresas públicas o privadas, utilicen esas expresiones. La Compañía Iberia anuncia que nos «acerca más a Latinoamérica» con sus vuelos a Bogotá, Quito, Lima, Puerto Rico, Panamá, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua y La Habana». Y la Telefónica participa el éxito de «su penetración en Latinoamérica». Los Bancos Exterior de España y Bilbao Vizcaya se felicitan por su «presencia en Latinoamérica». La obsesión por eliminar lo iberoamericano, lo hispanoamericano, es patente en algunos medios de expresión. Así, «El País», ya desde sus orígenes; el 11 de julio de 1994 dice que la banda de «rock» zaragozana llamada «Héroes del silencio» regresa de unas actuaciones en México, Chile y Argentina, lo que supuso «un triunfo en Latinoamérica». El 19 de octubre de 1998 llama «Cumbre de países latinoamericanos» a la celebrada en Oporto los días inmediatamente anteriores, cuya denominación oficial era y es VIII Cumbre Iberoamericana; si bien es de justicia señalar que en el editorial del mismo día se respeta, como no podía ser menos, la denominación oficial de la citada Cumbre. No obstante, el día 22 siguiente, su colaboradora Maruja Torres nos cuenta «las miradas de los líderes latinoamericanos reunidos en Oporto». Y el 15 de diciembre de 1998, señala que la Asociación de Ligas Iberoamericanas contra el Cáncer» despliega su actividad en Latinoamérica. También en «El Mundo» se publican noticias como ésta: «dos latinoamericanos se disputan la dirección de la OIT: el chileno Juan Somavía y el argentino Héctor Bartolomei». ¿No estarían mejor calificados como hispanoamericanos? En realidad, si las nuevas expresiones hacen referencia a un ámbito estrictamente cultural, no parece que hay inconveniente en su aceptación, si bien adecuadamente precisados su alcance y su significado.Pero deben rechazarse cuando se pretende aplicarlos a un territorio geográfico determinado o a una época histórica, y, sobre todo, siempre que pretendan sustituir a las expresiones que venimos considerando como clásicas. Si se dice América pre-hispánica y no pre-latina, lo procedente es nominar a la época siguiente como América hispana, y no América Latina.
[Francia:]La importancia de precisar todos y cada uno de estos conceptos se observa si se tiene en cuenta que todo francés, que deliberadamente dice América Latina y no Iberoamérica para referirse al Nuevo Mundo, habla de Africa francófona y no se le consentiría hablar de Africa Latina que, en buena lógica, comprendería la lusofonía y la francofonía, excelentes ejemplos de latinidad. Es impensable un debate en la Asamblea Nacional sobre Africa Latina. Pero no escandaliza que la XX Cumbre franco-africana (¡no latinoafricana!) de noviembre de 1998 reciba con los brazos abiertos al presidente de la República Democrática del Congo Laurent Kabila, denunciado por violación de derechos humanos. Y es que, quiérase o no, Francia sigue empeñada en hacer notar su presencia y su influencia en las repúblicas hispanoamericanas. Revive sus nostalgias del fracasado Imperio, y en las últimas décadas reorienta su política exterior hacia aquellas tierras. Recuérdense los viajes presidenciales: desde De Gaulle en 1964 a todos los países del Continente, con su uniforme de General. Y los de Giscard d'Estaing a Brasil en 1978 y a México en 1979, a donde llegó procedente de Quebec, a cuyos habitantes llamó francófonos, en tanto a los mexicanos ofendió calificándolos de latinoparlantes y no de hispanoparlantes. Y los de Chirac, en marzo de 1997, visitando en ocho días Brasil, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Argentina; y proponiendo en Brasil como original iniciativa personal suya, la celebración de una Cumbre entre los Jefes de Estado y de Gobierno Iberoamericanos y los de la Unión Europea, ignorando olímpicamente que tal propuesta había sido presentada con anterioridad por el Presidente Aznar, el 11 de noviembre de 1996, con ocasión de la VI Cumbre Iberoamericana celebrada en Viñar del Mar.. Y aún más recientemente, con ocasión de los desastres del huracán «Mitch», que según las noticias asoló a Centroamérica, no a Latinoamérica, el defensor de la latinidad ha volado a Guatemala, en donde se ha dejado retratar con Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, a la que prometió ayuda para reconstruir el país. Pero la obsesión de eliminar el componente hispano continúa. En enero de 1985 se inaugura en Burdeos la Maison des Pays Ibériques, que se encargará de centralizar, informatizar y canalizar todos los trabajos que se realicen en Francia relacionados con la Península Ibérica y con el mundo hispanoamericano. Esta Casa reagrupa a siete Centros e Instituciones dedicados a estudios ibéricos, ya existentes en Francia, ninguno de los cuales, por cierto, tiene el apellido de latinoamericano. Con ocasión de los trabajos preparatorios para el ingreso de España a la Comunidad Económica Europea nuestro país tomó la iniciativa, en mayo de ese mismo año 1985, para liderar las relaciones con Iberoamérica. Se anticipó, así a una posible operación de corte francés, que se hubiera beneficiado sin duda alguna de la favorable circunstancia de que la Presidencia de la Comisión y el Comisario de las Relaciones con Sudamérica eran los franceses Jacques Delors y Claude Cheysson, respectivamente. Todavía, en 1991, al constituirse la Conferencia Iberoaméricana de Guadalajara, México, los franceses fracasaron en su intento de que su denominación fuese Latinoamericana. Prevaleció el parecer de quienes entienden que el reflejo de lo que allí hicieron españoles y portugueses se expresa con mayor acierto en el término aceptado. Y pocos meses más tarde, en marzo de 1992, Francia apoyada por Gran Bretaña, vetaría la extensión de las actividades crediticias del Banco Europeo de Inversiones a las naciones Iberoamericanas de habla hispana, pese al informe favorable presentado por la Comisión Europea y el propio organismo bancario. Asimismo, al aproximarse la celebración del V Centenario del Descubrimiento, el Centro Georges Pompidou, de París, organizó para esas fechas unas actividades con el fin de exponer todo lo relativo a las artes, la literatura, el cine y el teatro de todo el continente. Y la relativa al arte se denominó Arte en América Latina (1911-1968). Aunque sea a título anecdótico, vale la pena recordar que «Le Monde», al elogiar los éxitos del cantante Julio Iglesias en 1992, le llama «caballero latino».
Por considerar erróneamente que las expresiones tradicionales obedecen a consignas del régimen anterior, hemos visto tambien cómo se intenta enviar al baúl de los trastos otras palabras como Hispanidad o la más entrañable expresión formada por dos términos aparentemente contradictorios como es la Madre Patria. La palabra Hispanidad, se debe al sacerdote español don Zacarías de Vizcarra que en un artículo publicado en «El Eco de España», en Buenos Aries para conmemorar el «Día de la Raza», proponía llamar «Día de la Hispanidad». La difusión del vocablo corrió a cargo del propio Maeztu en su obra titulada, precisamente, Defensa de la Hispanidad, en donde dice que hispánicos son todos los pueblos que deben la civilización o el ser a los pueblos hispanos de la Península. Hispanidad es el concepto que a todos los abarca. Y aporta los testimonios de Camoens: «Unha gente fortissima de Espaha llama en «Os Lusiadas» (canto I, estrofa XXXI); del humanista André de Resende, que dice «Hispani omnes sumus», en frase que elogia Carolina Michaëlis de Vasconcelos. De Almeida Garret cuando afirmaba: «Somos Hispanos, e devemos chamar Hispanos a quantos habitamos a Peninsula hispánica». Y el más expresivo de Ricardo Jorge, que ha dicho: «Chámese Hispania a peninsula, hispano ao seu habitante ondequer que demore, hispánico ao que he diz respeito». Más recientemente, el Director del Instituto Camoens en Lisboa, con ocasión de una intervención en la Casa de América, decía que Portugal forma parte de la Lusofonía, con Brasil y los cinco paises africanos más Goa, y de la Hispanidad. La poetisa portuguesa Natalia Correia, nacida en Azores, escribió un libro cuyo título reza así: Todos somos españoles.
La Defensa de la Hispanidad de Maeztu, tiene en la América Hispana aparte de la resonancia poética de Rubén Darío o de Pablo Antonio Cuadra, el acompañamiento de José Enrique Rodó, Barreda Laos, Gustavo Kosting, Carlos Lacalle, Jaime Eizaguirre, Enrique Corominas, Juan Carlos Goyeneche y Oswaldo Lira, entre otros, para todos los cuales «la unidad hispanoamericana procede de España y luego la comprende con el nombre de Hispanidad». En España, el doce de octubre de cada año se celebra el Día de la Hispanidad. Tambien se prescinde de la expresión Madre Patria por extrañas razones, entre ellas la de que no gusta a los americanos. Pues no desagrada, por lo menos, a Andrés Bello, quien en su Resumen de la Historia de Venezuela escribe: «Los conquistadores y los conquistados, reunidos por una lengua y una religión en una sola familia, vieron prosperar el sudor común con que regaban en beneficio de la Madre patria una tierra tiranizada hasta entonces por el monopolio de la Holanda». Y el colombiano Liévano Aguirre, al narrar la reunión que vencedores y vencidos celebraron tras la batalla de Ayacucho, dice que en ella se puso de relieve el verdadero vínculo que en el futuro habría de unir a la Madre Patria y a sus hijos del Nuevo Mundo: la hidalguía del carácter español, que los americanos llevaban en la sangre. El ex-Gobernador de Puerto Rico, Rafael hernández Colón, recuerda en la Casa de América que José de Diego, Presidente de la Cámara de Diputados de Puerto Rico, pronunció una conferencia en el Ateneo de Madrid en mayo de 1916, y en el diario ABC publicó un artículo en el curso de cual afirmaba que él, hijo de un soldado de Asturias, había cruzado el Océano por venir a la Madre tierra de España. Y César Leante, dice en «Cuadernos Hispanoamericanos», con referencia a Cuba que no siempre marchó todo sobre ruedas en las relaciones culturales entre la Madre Patria y su último retoño americano. Y en términos parecidos, el norteamericano Allan J. Kuethe. En julio de 1984 se celebró en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander un Seminario sobre Iberoamérica y la crisis financiera internacional y en su intervención, Hernán Cubillos Sallato, Vicepresidente del Banco de Crédito e Inversiones de Chile, dijo: «Vengo de Chile, el país Iberoamericano que geográficamente está más distante de esta Madre Patria».
En conclusión, nos parecen muy atinadas las precisiones que propone Guillermo Díaz Plaja, al distinguir:
LATINO-AMERICA comprende todas aquellas zonas pobladas del Nuevo Continente cuya cultura proviene de la Europa Latina, en lo que se distinguen de los que proceden de la Europa Sajona. Así, dice, serán latinoamericanos los habitantes del Canadá y la Guayana francesa, Haití y algunos Estados de la Unión, como Luisiana, Texas, California, etc.
IBEROAMERICA comprende aquellos países que, colonizados por España y Portugal, conservan orgullosamente tal origen, aunque a veces renieguen de él, pero sin aceptar la paternidad indígena; tales son Brasil y los que hemos dado en llamar
HISPANOAMERICA, con cuya hermosa expresión, agradable para todo buen nacido español, comprendemos el área restringida de los que, descendientes de nuestros compatriotas, que emigraron, hablan y rezan en nuestra lengua. En cualquier caso, concluye Díaz Plaja, es más perdonable llamar hispano a un portugués que decir que Argentina y Chile forman el cono Sur de Latinoamerica.
Será difícil convencer a algunos extranjeros, franceses especialmente, para que acepten que LATINOAMERICA, IBEROAMERICA e HISPANOAMERICA no son vocablos sinónimos, ya que cada uno de ellos tiene su propio significado y alcance. Pero es de esperar que los españoles, conociendo el origen de los mismos y, sobre todo, la segunda intención de alguno de ellos, pongan un especial interés en precisar su adecuado uso, dejando al margen posiciones falsamente progresistas que, en el fondo, muestran un evidente deseo de mostrarse como un neoafrancesado cuando no un inexcusable ignorante de la Historia. (Enviado por M.Martí)
El papel hispanizador de América:El estado no disponía de medios para hacer triunfar ese ambicioso proyecto hispanizador [órdenes de Carlos III para imponer el castellano y decreto nombrando gran número de maestros]. Y cuando, en 1810, comienza la emancipación de aquellos países, hay unos tres millones de españoles y criollos (americanos descendientes de españoles, bien blancos, bien mestizos) hispanohablantes, y unos nueve millones de indios casi todos desconocedores del español. Las condiciones parecían propicias para el retroceso de nuestro idioma, pero ha ocurrido todo lo contrario: la hispanización lingüística de Hispanoamérica se ha producido, precisamente, a raíz de su independencia. Se calcula que viven hoy unos quince millones de indios, y seguramente no llegan a la mitad los que hablan sus lenguas indígenas, ni a la tercera parte los que ignoran el español. El aprendizaje del castellano por los indios representa un paso imprescindible para su redención cultural y social, y para su incorporación a las repúblicas donde viven, como ciudadanos de pleno derecho. [...] Aunque parezca paradójico, la capacidad de fundir a las más diversas gentes en una común cultura hispana, es hoy mucho mayor en América que en España. A este propósito, escribe el gran lingüista venezolano Angel Rosenblat (1964):
Desde 1492 hasta hoy, asistimos, por todas vías, a una progresiva hispanización. Al proceso se han ido incorporando también, a través de varios siglos, grandes contingentes de población africana [negra], que no ha alterado la unidad de la lengua española, que la han enriquecido también con una docena de voces peculiares. Y desde el siglo XIX, millones de hombres procedentes de los más diversos países de Europa, y del mundo, que han adquirido en América su lengua española, se han integrado en ella y a sus formas mentales, y le han dado poetas y prosistas de valor singular. Y aun gallegos, catalanes y vascos han terminado por castellanizarse definitivamente en tierras americanas. No sólo está profundamente hispanizada América, sino que se está convirtiendo en el más poderoso campo de hispanización del mundo.
(Fernando Lázaro)































































COMENTARIOS DE LOS ESTUDIANTES

LITERATURA PREHISPANICA






Historia del Popol-Vuh
(WIKIPEDIA)

Se desconoce la existencia de una versión original del Popol Vuh, según Delia Goetz: "Deberíamos suponer que sería un libro de pinturas con jeroglíficos que los sacerdotes interpretaban al pueblo para mantener vivo el conocimiento del origen de su raza y los misterios de su religión.". La primera versión escrita de la cual se tiene registro fue elaborada en lengua Quiché utilizando caracteres españoles a mediados del siglo dieciséis - algunos autores la ubican en la década comprendida entre 1550 y 1560. Dicha versión permaneció oculta hasta 1701, cuando los mayas quiché de la comunidad de Santo Tomás Chuilá (hoy Chichicastenango, Guatemala) mostraron la recopilación de sus historias y mitología a un sacerdote dominico: Fray Francisco Ximénez.
Se desconoce el nombre del autor de esta primera versión pero Fray Francisco Ximénez, al notar la importancia del documento, decidió traducirlo asegurando la fidelidad del escrito. Su versión está estructurada en 2 columnas, en una estaba la versión quiché; y en la otra la traducción de Ximénez. La primera versión fue una traducción demasiado literal y resultó muy confusa y oscura. Luego escribió una segunda versión menos literal que incluyó en su "Historia de la Provincia de Santo Vicente de Chiapa y Guatemala" que terminó en 1722.
Los trabajos de Ximénez permanecieron archivados en el Convento de Santo Domingo hasta 1830 cuando fueron trasladados a la Universidad de Guatemala. En 1854 fueron encontrados por el austriaco Dr. Charles Scherzer, quien en 1857 la publicó en Viena bajo el título primitivo "Las Historias del origen de los indios de esta provincia de Guatemala".
El americanista Charles Etienne Brasseur de Bourbourg se apropió del escrito original de Ximénez y lo tradujo al francés. En 1861 publicó un hermoso volumen bajo el título de "Popol Vuh, Le livre Sacré et les mythes de l'antiquité américaine".
Actualmente la primera traducción de Ximénez al castellano, y su "Manuscrito de Chichicastenango" se encuentran en la Biblioteca Newberry, en Chicago, Estados Unidos.
El Popol Vuh, es la esencia de la verdadera historia Kekchí y no Quiché, como se pretende argumentar en todos los libros y textos, producto de la poca atención a la lectura por parte todos aquellos que han tenido la oportunidad de leerlo, pero, no han prestado la mínima atención en ubicar cada una de las áreas geográficas allí mencionadas, concretándose a dar una vaga lectura, como a cualquier libro novelesco. Todas las descripciones están bien enmarcadas en el área geográfica de Alta Verapaz, Guatemala, comprendidas desde las desembocaduras de los ríos Cahabón y Polochic, hasta lo que hoy son las ciudades contemporaneas de Carcha, Chamelco, Cobán, Tactic, San Cristobal Verapaz, (toda esta region es la denominada Xibalbá); como referencia, por lo que ya no sigan mal llamando al popol vuh como libro sagrado de los quiches que es de muy mal gusto para la etnia Kekchí que es la precursora de la civilización Maya y por lo consiguiente de la etnia Quiché, por razones migratorias de esta misma región. Los testimonios que ofrece el Popol Vuh, fueron extraídos por los misioneros dominicos de esta área geográfica mesoamericana y llevados a la región del Quiché, Chichicastenango porque, esas eran sus sedes en esos delicados tiempos de inquisición española que tuvo también sus mas altas repercuciones en esta región haciendo sufrir al indigena desde aquellos tiempos hasta los actuales tiempos. Por múltiples factores, esta área de Xibalbá, jamás fue conquistada, por ningun ejercito español o etnico de aquella epoca y anteriores, por lo que se le denominaba la tierra de "Tezulutlan" la tierra de guerreros ferreos que no se dejaban subyugar por influencias externas, quedando aislados del resto del mundo hasta hoy dia con el tipo de marginación al no haber fuentes de desarrollo, aun no existen carreteras adecuadas, hospitales, escuelas, energía electrica, servicios de comunicación telefónica, etc. todo aquello que se denomina desarrollo moderno... El mismo Popol Vuh descubre que esta región de la Alta Verapaz, es la precursora del Maíz, kakaw, etc, (en cuanto a alimentos, y para los amantes del deporte moderno es la precursora de los deportes de juego con balón más antiguo jamás registrado, ya que, el juego de pelota maya, es la iniciadora del moderno Futbol, baloncesto, voleibol, balonmano y todo tipo de deporte con balon... (la razón, es que en europa no se conocia ningun juego de pelota, ni siquiere tenian idea del balon), fueron los ingleses que transportaban maderas finas y caucho (látex). Los ingleses se llevaron la idea original del area de Xibalbá del juego de pelota maya, pero, no así la tecnica correcta de elaborar la pelota con el caucho(latex), por lo que al momento de confeccionar sus propios balones, toman la forma ovoide y posterioremente con este tipo de elemento dan origen al Rugby, que a su vez le da lugar al futbol soccer y al futbol americano de la actualidad, es por ello que dicen: que los ingleses son los inventores del futbol moderno, si, del moderno y sus reglas, pero, los verdaderos y unicos inventores originales son los originarios de esta llamada Xibalba, en mesoamerica. (toda la historia mesoamericana esta descrita en el popol vuh y en la región de xibalba, allí estan las respuestas a muchas preguntas e incognitas para los cientificos de hoy, origenes de etnias, alimentos, calendarios, etc, y la solución a los problemas sociales del futuro... ¿como vivir en sociedad, que tipo de economía y bajo que nueva cosmovisión deben vivir nuestra actual civilización).
La Creación según el Popol Vuh

Ésta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión. No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo. No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gugumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gugumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la claridad en acción del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.
El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxa-Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.
Entonces vinieron juntos Tepeu y Gugumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento.
-¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe el espacio, que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.
Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra:
- ¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha.
Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.
Y así se llenó de alegría Gugumatz, diciendo:
-¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chípi-Caculhá, Raxa-Caculhá!
-Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.
Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua..
De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su feliz terminación.
Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles (víboras), guardianes de los bejucos.
Y dijeron los Progenitores:
-¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde.
Así dijeron cuando meditaron y hablaron enseguida. Al punto fueron creados los venados y la aves. En seguida les repartieron sus moradas los venados y a las aves:
-Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os tendréis. Y así como se dijo, así se hizo.
Luego designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores:
-Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y de los bejucos. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus nidos.
De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la tierra.
Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el Creador y Formador y los Progenitores:
-Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno. Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes.
-Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, ínvocadnos, adoradnos!, les dijeron.
Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.
Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí:
-No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien, dijeron entre sí los Progenitores. Entonces se les dijo:
-Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer: vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros seres que sean obedientes. Vosotros, aceptad vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas. Así será. Ésta será vuestra suerte. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequeños y grandes que hay sobre la faz de la tierra.
Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores.
-¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; ¡hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten. De este modo hicieron a los seres humanos que existen en la tierra.

Los Dioses Gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué

El Popol Vuh también relata las hazañas de Los Dioses Gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué, que descendieron a Xibalbá(inframundo) y vencieron a los Ajawab, y se convirtieron en el Sol y la Luna. He aquí un fragmento de la historia de su nacimiento:
Cuando llegó el día de su nacimiento, dio a luz la joven que se llamaba Ixquic; pero la abuela no los vio cuando nacieron. En un instante fueron dados a luz los dos muchachos llamados Hunahpú e lxbalanqué. Allá en el monte fueron dados a luz.
Luego llegaron a la casa, pero no podían dormirse.
-¡Anda a botarlos afuera!, dijo la vieja, porque verdaderamente es mucho lo que gritan. Y en seguida fueron a ponerlos sobre un hormiguero. Allí durmieron tranquilamente. Luego los quitaron de ese lugar y los pusieron sobre las espinas.
Ahora bien, lo que querían Hunbatz y Hunchouén era que murieran allí mismo en el hormiguero, o que murieran sobre las espinas. Deseábanlo así a causa del odio y de la envidia que por ellos sentían Hunbatz y Hunchouén.
Al principio se negaban a recibir en la casa a sus hermanos menores; no los conocían y así se criaron en el campo. Hunbatz y Hunchouén eran grandes músicos y cantores; habían crecido en medio de muchos trabajos y necesidades y pasaron por muchas penas, pero llegaron a ser muy sabios. Eran a un tiempo flautistas, cantores, pintores y talladores; todo lo sabían hacer.
Tenían noticia de su nacimiento y sabían también que eran los sucesores de sus padres, los que fueron a Xibalbá y murieron allá. Grandes sabios eran, pues Hunbatz y Hunchouén y en su interior sabían todo lo relativo al nacimiento de sus hermanos menores. Sin embargo, no demostraban su sabiduría, por la envidia que les tenían, pues sus corazones estaban llenos de mala voluntad para ellos, sin que Hunahpú e lxbalanqué los hubieran ofendido en nada.
Estos últimos se ocupaban solamente de tirar con cerbatana todos los días; no eran amados de la abuela ni de Hunbatz, ni de Hunchouén. No les daban de comer; solamente cuando ya estaba terminada la comida y habían comido Hunbatz y Hunchouén, entonces llegaban ellos, Pero no se enojaban, ni se encolerizaban y sufrían calladamente, porque sabían su condición y se daban cuenta de todo con claridad. Traían sus pájaros cuando venían cada día, y Hunbatz y Hunchouén se los comían, sin darle nada a ninguno de los dos, Hunahpú e lxbalanqué.
La sola ocupación de Hunbatz y Hunchouén era tocar la flauta y cantar.

HOMBRES DE MAÍZ


LA ESTRUCTURA SOCIAL EN «HOMBRES DE MAÍZ», DE MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
Si bien todos los comentaristas están de acuerdo en afirmar que, en la trayectoria de Miguel Ángel Asturias, Hombres de maíz, obra de la madurez del autor, abre el ciclo del «realismo mágico», y si bien muchos de ellos la estudian bajo el enfoque de la magia, pocos son los que se ocupan de la otra cara del binomio, o sea, del elemento real que funda la trama —o una de las tramas— de este libro complejo y muchas veces desconcertante. Lejos de toda polémica, ya que el problema del compromiso de la novelística asturiana se ha debatido hasta la saciedad, quisiera tratar de indagar cuál es el tipo de realidad social sobre el que se asienta la novela y hasta qué punto es inherente a ella. Además mi impresión es que, no siendo ni mucho menos el tema primordial de Hombres de maíz, la evocación de la realidad ha de ser tanto más significativa de un estado de cosas objetivo.
Así pues, lo que este estudio pretende llevar a cabo es poner de manifiesto las diversas facetas de la estructura social que la novela refleja o deja vislumbrar y ponderar en lo que cabe su valor de impacto o simplemente de testimonio. El tema de Hombres de maíz, que da el título a la novela, es seguramente bien conocido. Se trata, en pocas palabras, del conflicto que opone a aquellos de los indicios del occidente de Guatemala que, aun compenetrados con la mitología de los antepasados mayas, tienen sacralizado al maíz, a los que no ven en este cereal sino uno de tantos productos de la industria humana y, por ende, explotable y comercializable. Así es como se
define el maíz en las primeras páginas del libro: Sembrado para comer es sagrado sustento del hombre que fue hecho de maíz. Sembrado por negocio es hambre del hombre que fue hecho de maíz (p. 12). '
1. La paginación de las referencias corresponde a la de la Edición Losada, sexta edición,
Buenos Aires 1968. 700 Raquel Thiercelin

A este tema fundamental se añade el de la locura ambulatoria de la mujer, de la María Tecún, legendaria y real a la vez, y de sus secuaces; huida que tiene como consecuencia su desesperada búsqueda por el abandonado e inconsoloble amante.
Esta carencia de unidad en la temática muchas veces desconcierta, pues los dos temas no tienen entre sí otro vínculo que el de la maldición echada por los «brujos de las luciérnagas» contra todos aquellos que quebrantaran la ley sagrada que impone venerar el alimento del hombre. Pero la unidad del libro reside en que se trata de un conflicto (tanto socioeconómico como
metafísico) y de sus consecuencias, maldición y castigo que se propagan de generación en generación —aquí de capítulo a capítulo— sin llegar a resolverse, al menos que se considere la reunión final del esposo con María Tecún y el hijo de ambos como una esperanza de salvación, aunque, fuerza es subrayarlo, salvación de carácter puramente individual.
Así definido, el conflicto se desenvuelve a lo largo de seis capítulos o episodios que enlazan entre sí del siguiente modo:
Hay un primer tiempo de cuatro capítulos titulados respectivamente:
Gaspar Ilóm, Machojón, El venado de las siete rozas, Chalo Godoy. Corresponden a la muerte por traición del cacique indio Gaspar Ilóm y al cumplimiento de la maldición sobre los que de cerca o lejos fueron los agentes del desastre. Cumplida la profecía, hay como un salto en el tiempo que
corresponde al desplazamiento temático. La maldición que sigue pesando, sobre las mujeres esta vez, es también obra de los «brujos de las luciérnagas», aunque sin vinculación directa ni con la comercialización del maíz ni con la muerte de Gaspar. La causa de esta maldición no está muy claramente definida; se presenta más bien como una fatalidad, un sino incomprensible,
aun cuando, al final de la novela, María Tecún de vuelta de sus andanzas pretenda que se dejó al marido por no tener demasiados hijos—argumento que no convence a nadie.
Estas consideracinoes acerca de la composición de Hombres de maíz no eran del todo inútiles a nuestro propósito, pues la visión social que nos da el autor dista mucho de ser uniforme. Limitada al principio (en los cuatro episodios del primer grupo), se va ensanchando poco a poco hasta compner, en el último capítulo titulado «Correo Coyote», que es también el más extenso pues cubre por sí solo la mitad de la obra, un cuadro mucho más completo abarcando tipos sociales cada vez más diversificados. Así, la doble historia de la mujer que «tecunea», en los capítulos finales María Tecún y Correo Coyote, se presenta en íntima imbricación con episodios
y anécdotas diversos por los que circula gran número de personajes que de La aíniclura social en «Hombres de maíz», de Miguel A. Asturias 701 ningún modo se pueden calificar de secundarios. La visión social de Hombres de maíz es, pues, la de una pirámide al revés, y creo que es oportuno
preguntarse cuál es el significado de tal composición. Indudablemente, el presente estudio tenía:ique seguir el orden de la progresión misma del drama, el más indicado para llegar a una clarificación y a un mejor entendimiento del sentido profundo de esta obra tan compleja y tan rica.
Como ya se ha dicho, Hombres de maíz es la historia de un conflicto; y el libro empieza en son de guerra. Una guerra sin cuartel entre dos grupos sociales, los indios de Ilóm, capitaneados por el Gaspar, y los «maiceros » que están talando las selvas para sembrar cada vez más maíz por afán
de lucro. Así es como resume la situación el cacique de Ilóm:
Hay que limpiar la tierra de Ilóm de los que botan los árboles con hacha, de los que chamuscan el monte con las quemas, de los que atajan el agua del río que corriendo duerme y en las pozas abre los ojos (...) los maiceros, esos que
han acabado con la sombra (...).
Y si fuera por comer. Por negocio. Y si fuera por cuenta propia, pero a medias en la ganancia con el patrón y a veces ni siquiera a medias. El maíz empobrece la tierra y no enriquece a ninguno. Ni al patrón ni al mediero (p. 12).
Envenenado Gaspar por arte y maña de Machojón y de su esposa la Vaca Manuela, diezmadas las indiadas, se acaba la guerra de Ilóm y el desaparecido cacique pasa a ser héroe de leyenda en la imaginación popular. Y esta traición, engendradora de la maldición que va a pesar sobre el destinode los hombres, toma el carácter de mito pero también de origen y principio tanto del drama como de los dramas. La destrucción de la tribu de Ilóm sirve de punto de partida para el cómputo del tiempo: «Fue cuando la guerra de Ilóm» (...) «fue cuando usted le pudo al cacique de Ilóm» (p. 175), repetirá seis años más tarde, o sea en vísperas de la séptimaroza, el subteniente Musús al malogrado coronel Chalo Godoy.
Es que la guerra de Ilóm representa algo más que un dramático episodio de la novela. La guerra de Ilóm, o mejor dicho la derrota de Ilóm, es el último acto de resistencia del pueblo indio, el ocaso de un estatuto económico, social y cultural a la vez, el final del sentimiento de pertenencia a una comunidad, a un orden social. Es, en resumidas cuentas, una verdadera disgregación social. Con la derrota de Ilóm «se apagó la luz de las tribus» (p. 249).
A partir de entonces, en ningún momento de la novela vuelven los indios a aparecer como grupo organizado. Cuando aparecen es individualmente, como seres inferiores, humillados, más indefensos aún que los demás: J02 Raquel Thiercelin
Los cuatreros no nos quieren a los indios, somos razas de chuchos miedosos dicen, así se expresa el indio carguero que lleva a cuestas el cajón de muerto para el Curandero (p. 78). En adelante, salvo alguna alusión de este tipo, la base de la sociedad está compuesta por una masa indistinta de indios y mestizos. Para las clases altas, la asimilación entre ambos grupos es absoluta, así lo da a entender la blanca esposa de don Deferio, el rico alemán, compositor de música a sus horas: Doña Elda aceptaba que las leyendas de Alemania eran verdaderas; pero no las de aquel pobre lugar de indios chuj y ladinos calzados y piojosos (p. 173). Cuando los vemos existir como grupo es para observar que están en plena represión como los cincuenta mil indios de la parroquia codiciada por don Casualidón, el quijotesco cura español:
Los cincuenta mil habitantes, repartidos en hondonadas y riscos, extraños al mundo que parpadeaba fuera, bajo las estrellas, dormían su cansancio de raza
vencida (p. 229). Los nativos eran indios pobres, llenos de necesidades por sus familias numerosas. La riqueza que pasaba por sus manos en los lavaderos de oro y en los trabajos de campo, no era de ellos. Salarios de miseria para vivir enfermos, raquíticos, alcoholizados (p. 230).
El indio se encierra en sí mismo, se envuelve de misterio como aquel santero que
se desaparecía cuando tenía encargo de alguna imagen, y así oculto le daba forma con sus fierros y hasta que el santo estaba edificado lo mostraba entre flores y rezos (p. 191).
La derrota de Gaspar Ilóm, que significa la desaparición de los indios como entidad social, como grupo de presión, va a ser también, por la fatalidad que pesa sobre todos los hombres, el principio de una disgregación general.
A partir del segundo capítulo, titulado Machojón, empieza a actuar la maldición, se desencadenan las calamidades. Primero, con el trágico final del hijo de Machojón, que se aparece como jinete de fuego ante los horrorizados maiceros, seguido de la muerte suicida del padre que cobra un carácter de apoteosis al internarse en sus propios maizales después de prenderles fuego; el tercer capítulo ve la venganza de los hermanos Tecún que cortan las cabezas de los ocho Zacatón, hijos y nietos del farmacéutico La estructura social en «Hombres de maíz», de Miguel A. Asturias JQ} que vendió el brebaje de la traición. Y sigue la maldición con la muerte del
coronel Chalo Godoy, enloquecido por la proximidad de los «brujos de las luciérnagas» y con la huida de María Tecún y más tarde la esposa del correo de Pisigüilito, Señor Nicho Aquino, quien se convierte en coyote perdiéndose para siempre para la sociedad de los hombres, Y es que la existencia que esta sociedad ofrece a la inmensa mayoría no tiene, que digamos, mucho aliciente. Viven en pueblos lóbregos, «un encumbramiento de casas feas, con una iglesia triste» (p. 237) o en ranchos miserables perdidos en los rincones olvidados de las montañas (p. 149), a grandes distancias de la capital a la que se accede por caminos que no son ni buenos ni seguros. De la capital, el autor sólo nos da una visión rápida y como infantil, por los ojos de un arriero despachado en busca del extraviado correo. La capital es un mundo aparte, misterioso, incomprensible.
En los pueblos reside una minoría de proceres, ricos o asimilables. Algún comerciante, alemán o chino, «con comercio en la capital», el alcalde, el Mayor de plaza, el coronel Chalo Godoy (que morirá víctima de la maldición), el padre Valentín Urdáñez que entretiene sus ocios escribiendo
largos informes seudoantropológicos acerca de las costumbres y creencias de sus parroquianos (p. 144). Muchos de ellos son anónimos: el juez, el administrador de correos, el Mayor de Plaza; su estatuto de funcionarios parece ser envidiable y en cierto lugar se recalca irónicamente que «funcionario quiere decir persona que siempre tiene razón» (p. 172), y por eso Nicho Aquino se considera «un nadie desde que dejó de ser correo» (página266). Su holgura es la del pueblo, Pisigüilito o San Miguel de Acatan, simbolizada por cierto tipo de edificios: la botica, la administración de correos, la mayoría de plaza, algunas tiendas y... la luz eléctrica.
El oficio de las armas es más ambiguo, más peliagudo y, por ende, menos envidiable. Así piensa el subteniente Musús en plena campaña de
«la expedicionaria»-.
Al subteniente le zumbaban los oídos como con la quinina (...). Oficio de
trastornados ese de los cuatreros o ese de ellos de andar matando gente
(p. 69).
La indumentaria misma de los soldados revela que tampoco ellos están
exentos de necesidades: Descalzos, vestidos al desigual, pero todos con correajes de soldados (p. 80).
Y se sabe que a su paso peligran las reses y las gallinas... cuando no las mujeres.
Así y todo, representan un rango, si bien no muy elevado, en la sociedad,
y, en las fondas, suelen lucir modales sui generis «para no desacreditarse
» (p. 155).
J04 Raquel Thiercelin
De paso hay que mencionar a algún aventurero de profesión, a algún
extraño viajante de comercio como el famoso don Nelo y sus máquinas de
coser capaces de traer la perturbación en los espíritus femeninos: Ahora «tecunean» a las mujeres los agentes de las máquinas de coser calentándoles
la cabeza..., se queja un arriero (p. 155).
Pero los numerosos personajes que forman la trama de la novela pertenecen a las clases más humildes de la hociedad y desempeñan esos oficios que según decía Larra «son medios de vivir que no dan de vivir». Son los arrieros, los cargueros (así el que llevaba a cuestas el cajón de muerto a través del Tembladero); las mujeres son tortilleras y en el mejor de los casos fonderas, entre ellas la Ña Monchita, que era a la vez partera, curandera y casamentera, o la eterna novia del hijo de Machomojón, que tiene una venta de carne de marrano a orilla del camino: «Su vida era el camino», dice el autor para definirla (p. 212).
Y, lo que resalta, es que esa «inmensa mayoría» (a la que pertenecen los dos héroes finales: Goyo Yic, el mendigo ciego y Nicho Aquino, el pedestre correo) vive totalmente al margen de las riquezas del país y de los circuitos comerciales y sin entender siquiera el mecanismo sobre el que se asienta el bienestar de los pueblos «como si la tenencia y propiedad de las cosas fueran combinaciones de la suerte puramente ficticias», piensa Hilario el arriero al ver rodar los dados con que se está jugando las muías (p. 223). Prueba de ello también es la aventura o tragicomedia de Goyo Yic y de su compinche Mingo Revolorio con el garrafón de aguardiente que, comprado
con sus últimos recursos, llevan a vender a la ciudad y que a tanto el trago debe producirles una bonita suma. El cansancio, el calor y lo largo del camino hace que, con el peso que les sobró, se van vendiendo uno a otro, a peso el trago y al contado, el contenido íntegro del garrafón... (p. 118). Nunca llegaron a entender cómo es posible que al final se encuentren sin los mil doscientos pesos y... sin el aguardiente, y, para colmo, terminarán en presidio, pues de tan borrachos que estaban perdieron la guía... «Sin la guía, contrabandistas, con la guía personas honradas». Tal será su conclusión amarga» (p. 133).
En resumidas cuentas, la sociedad que sirve de telón de fondo al drama es hostil, brutal, incomprensible al pobre. Este último vive en ella una existencia precaria, movido por intereses ciegos y por fuerzas que no alcanza a entender; así lo vive Nicho Aquino, por ejemplo, al hablar de sus deberes como «muñeco correo» (p. 241). El sentimiento más generalmente experimentado es el de la soledad, soledad absoluta y que, simbolizada en La estructura social en «Hombres de man», de Miguel A. Asturias 705 la búsqueda desesperada de la mujer amada, llega a momentos de paroxismo que rayan en la locura o en el suicidio y que compagina con la sensación de una carencia («los hombres sueñan con paraísos que tuvieron y que perdieron») y con la nostalgia de la unidad. Todos sueñan con esa uniónoriginal ,ahora perdida y que sólo en alguna fiesta religiosa o en los lugares de reunión: «zaguanes de recuas, y arrieros, fondas, posadas y velorios»(p. 161), se tiene la ilusión de recobrar. También es esta carencia fundamenta] la que engendra las leyendas, esos mitos, esas creencias poéticas de la conciencia común que a veces justifican un destino o hacen, al menos, que la vida sea llevadera. Y es aquí donde se verifica la unidad de la obra, en esa añoranza general de una comunidad de destino. Aquí es donde enlazan los dos temas, el de la profanación del maíz y el de las esposas que «tecunean». Se ha dicho de Hombres de maíz que era una reflexión acerca de la soledad existencial del hombre frente al misterio de sus orígenes y de su destino. Pero también hay algo más, y es que Asturias ha sabido, logrado, hacer patentes, mediante la íntima imbricación de los aportes socioculturales del pueblo maya y del reflejo de una realidad social determinada, ese profundo desgarro que aqueja a tantos pueblos de nuestro universo. A través de la dramática añoranza de un destino común propia de los pueblo indios, Miguel Ángel Asturias aboga por un mundo justo y digno y muestra que la miseria material acarrea como consecuencia obligada el aniquilamiento espiritual y moral de los pueblos oprimidos. Este aspecto de auténtica protesta social, añadido a la extraordinaria actualización del légamo cultural del pueblo de Guatemala, hace de Hombres de maíz uno de los libros más impresionantes y más importantes de lo que va de siglo.
RAQUEL THIERCELIN

LITERATURA EN EL NUEVO MUNDO.LA COLONIA

EL INCA GARCILASO DE LA VEGA : EJEMPLO DE NUEVAS IDENTIDADES CONFLICTIVAS





Inca Garcilaso de la Vega
De Wikipedia, la enciclopedia libre.
Biografía
Era hijo natural del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega, de la nobleza extremeña, y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, sobrina de Huayna Cápac, emperador de Tahuantinsuyo (nombre del Imperio Incaico en lengua quechua). Gracias a la privilegiada posición de su padre, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del virrey La Gasca, fue bautizado con los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la casa de Feria; estudió en el colegio de Indios Nobles del Cuzco, el Inca Garcilaso de la Vega recibió en Cusco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él, pero durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, por ejemplo los hijos del emperador Huayna Cápac Paulu Inca y Tito Auquí. Accedió pues a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y cultura incas:
Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: "Trocósenos el reinar en vasallaje, etc..." En estas pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y me holgaba de las oír, como holgaban los tales de oír fábulas (Comentarios reales, I, 1, 15)
Sin embargo, su padre se vio obligado a abandonar a la princesa inca a causa de la presión de la corona porque los nobles españoles se casasen con damas nobles españolas, y así lo hizo para matrimoniar con Luisa Martel de los Ríos; sin embargo, no lo hizo sin conceder antes a su madre una cuantiosa dote, que le sirvió para casarse con Juan del Pedroche, un soldado peninsular, de la que tendría el inca dos mediohermanas, Luisa de Herrera y Ana Ruiz. Su adolescencia estuvo, sin embargo, ensombrecida por las cruentas guerras civiles del Perú, y él y su padre padecieron la persecución del rebelde Gonzalo Pizarro, su séquito y Francisco de Carvajal. Su padre le tuvo en gran estima, como demuestra el hecho del cariño que le demostró su hijo en sus escritos y el hecho de que le legara en su testamento (1559) tierras en la región de Paucartambo y cuatro mil pesos de oro y plata ensayada para que el joven mestizo cursara estudios en España.
Y fue poco después de morir su padre, a los veintiún años de edad, el 20 de enero de 1560, cuando Garcilaso salió de Cusco camino de España, emprendiendo un viaje que se mostró particularmente arriesgado desde Ciudad de los Reyes (Lima) hasta Panamá y Cartagena de Indias, para tomar la ruta de los galeones hasta la Habana y las Azores, donde un marinero portugués le salvó la vida antes de llegar a Lisboa. Tras una breve estancia en Extremadura, donde visitó a unos familiares, se estableció en el pueblo cordobés de Montilla donde residía su tío Alonso de Vargas. Luego, en 1561, fue a Madrid a pretender algunas mercedes que se debían a su padre, y allí conoció al conquistador Gonzalo Silvestre, quien le suministraría numerosos datos para su obra La Florida. Desengañado de las intrigas cortesanas (acusaron a su padre no menos que de favorecer al rebelde Gonzalo Pizarro dejándole un caballo que le salvó la vida en una batalla, y tal versión fue apoyada por los cronistas de indias oficiales) pensó en volver a Perú en 1563, pero optó por seguir la carrera militar, como su padre. Abandonó el nombre de Gómez de Figueroa y firmó ya para siempre con el de Garcilaso de la Vega, por el que será más conocido. Como su padre, logró el grado de capitán, y tomó parte en la represión de los moriscos de Granada bajo el mando de don Juan de Austria y, más tarde, combatió también en Italia, donde conoció al filósofo neoplatónico León Hebreo, cuyos Diálogos de amor traducirá. Entre 1570 y 1571 se entera de la muerte de su madre y de su amado tío Alonso de Vargas; este último le adjudicó bienes en su testamento que hicieron que ya en el futuro no se tuviese que preocupar de su sustento y aun disfrutase de cierta holgura. Poco después, el fallecimiento de su tía política Luisa Ponce le hizo relacionarse indirectamente con Luis de Góngora y en Montilla coincidió con un tal Miguel de Cervantes, que recaudaba fondos para la corona. Y parece ser que Cervantes conocía las obras del insigne mestizo: había leído la traducción por Garcilaso de los Diálogos de amor de León Hebreo. Los bienes heredados de su tía acrecentaron aun más su bienestar económico y le posibilitaron entregarse a la cultura. En 1590, muy probablemente dolido por la poca consideración en que se le tenía en el ejército por su condición de mestizo, dejó las armas y entró en religión. Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y se volcó en el estudio de la historia y en la lectura de los poetas clásicos y renacentistas. Fruto de esas lecturas fue la traducción del italiano que el Inca Garcilaso hizo de los Diálogos de amor de León Hebreo, que dio a conocer en Madrid el mismo año de su retiro. Se trasladó a Córdoba en 1591, y se relacionó con algunos doctores, como el jesuita Juan de Pineda, quien le instó a preparar un comentario piadoso de las Lamentaciones de Job. Buscó relaciones de soldados asistentes a la conquista de La Florida y encontró dos, la de Alonso Carmona y la de Juan Coles, que le obligaron a retocar lo que ya tenía escrito sobre Hernando de Soto. En 1605 publicó el resultado en Lisboa con el título La Florida
Reunió una copiosa biblioteca (lamentablemente desaparecida tras su muerte), entre cuyos ejemplares anota un ejemplar de la Historia de las Indias de Francisco López de Gómara discutiendo en esas anotaciones el rigor del cronista español. En 1593, seguramente para que sirviera de prólogo a La Florida, escribe La relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas, en el que reivindica su ilustre genealogía española y también, orgullosamente, la incaica. Hacia 1594 tiene relaciones con Beatriz de Vega, sirviente de su casa, de la que tuvo un hijo natural, Diego de Vargas. En torno a 1597 recibió órdenes menores. En 1609 publicó en Lisboa la primera parte de sus Comentarios reales, que suscitaron una admiración unánime, por ejemplo del erudito Bernardo de Alderete y del jesuita Francisco de Castro, ambos destacados intelectuales y escritores. Dedicó sus últimos años a dictar (le temblaba la mano) una segunda parte de Comentarios reales, que es conocida como Historia general del Perú, muy crítica con las versiones que dieron los cronistas oficiales y que se publicó póstuma en Córdoba entre fines de 1616 y comienzos de 1617.
En 1612 Garcilaso compró la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba, donde su hijo sería sacristán y donde quiere ser enterrado, y fallece cuatro años después, entre el 22 y el 24 de abril de 1616 como fechas probables. En aquella capilla sus albaceas grabaron esta lápida:
El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas. Hijo de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e Infantado y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias. Comentó La Florida. Tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios reales. Vivió en Córdoba con mucha religión. Murió ejemplar: dotó esta capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del purgatorio. Son patronos perpetuos los señores Deán y Cabildo de esta santa iglesia. Falleció a 23 de abril de MDCXVI.
Obras
Siguiendo las corrientes humanistas en boga, Garcilaso, el Inca, inició un ambicioso y original proyecto historiográfico centrado en el pasado americano, y en especial en el del Perú. Considerado como el padre de las letras del continente, en 1605 dio a conocer en Lisboa su Historia de la Florida y jornada que a ella hizo el gobernador Hernando de Soto, título que quedó sintetizado en La Florida del Inca. La obra contiene la crónica de la expedición de aquel conquistador, de acuerdo con los relatos que recogió él mismo durante años, y defiende la legitimidad de imponer en aquellos territorios la soberanía española para someterlos a la jurisdicción cristiana.
El título más célebre de Garcilaso el Inca, sin embargo, fueron los Comentarios reales, la primera parte de los cuales apareció en 1609, también en Lisboa. Escrito a partir de sus propios recuerdos de infancia y juventud, de contactos epistolares y visitas a personajes destacados del Virreinato del Perú, el relato constituye, pese a los problemas de sus fuentes orales y escritas y a las incongruencias de muchas fechas, uno de los intentos más logrados, tanto conceptual como estilísticamente, de salvaguardar la memoria de las tradiciones de la civilización andina. Por esta razón es considerada su obra maestra y se la ha reconocido como el punto de partida de la literatura latinoamericana. La segunda parte fue publicada en Córdoba, en 1617.




COMENTARIOS DE LOS ESTUDIANTES


SE ENTREJE LA MEMORIA EL RECUERDO Y OLVIDO EN
LA OBRA DEL INCA GARCILASO DE LA VEGA
Ronald Graterol
Seccion:7ll01
En la obra legendaria “Comentarios Reales” del Inca Garcilaso de la Vega, se plantea de forma clara y precisa elementos como primarias, recuerdo y olvido, esto se debe a que Garcilaso en sus crónicas hace eso de noticias y recuerdos de la civilización incaica que oyó en su niñez. Este hecho de hacer eco del pasado es denominado por Ricardo Coler (2000) memoria la cual para este se refiere exclusivamente al pasado. Además Ricocur hace una división de la memoria en colectiva e individual, siendo la colectiva la que recompone el pasado y los recuerdos son remitidos a través de la experiencia a una comunidad. Este elemento de memoria colectiva, se puede precisar en el siguiente fragmento:
(…) estando mis parientes un día en su conversación hablando de sus reyes (…) al más anciano de ellos les dije: _ Inca, tío, no hay escritura entre vosotros que es lo que guarda la memoria de las cosas pasadas…_ Sobrino, yo te las diré de muy buena gana ti te conviene oírlas y guárdalas en tu corazón. (p 18 Libro primero)
En el fragmento, se expresa un elemento de memoria individual, en primer lugar, ya el Inca niño (Garcilaso) escudriñaba para conocer la historia de sus antepasados. Además se ve de forma clara el elemento que Ricocur (2000) denomina memoria colectiva, esto debido a que cuando el anciano decide contar al niño sobre sus creencias y culturas, está realizando una transmisión del pasado a un individuo, que de cierto modo multiplicaría esa historia a través del tiempo.Por su parte, en “Comentarios Reales”, también es evidente lo que Paúl Ricocur denominaría como recuerdo, debido a que este plantea que es el pasado que contiene nuestras semillas y que el tronco fundamental de lo que somos y vivimos está presente en la memoria de nuestros antepasados. Esto es evidente, en la siguiente cita:
“En mi niñez vi muchas veces a mi madre y a sus hermanos y tíos y a otros mayores acerca de este origen (…) y será mejor que sepa por sus propias palabras que los Incas lo cuenten, que no por otro autores extraños (Libro I p. 15)
Acá se observa como el Inca Garcilaso mantiene esos recuerdos que le fueron transmitidos por sus antepasados. Tanto así, que se puede decir que el incentivo para escribir sus comentarios viene dado, porque este (Garcilaso) Quiere mantener o dejar un legado de sus ancestros, de su cultura, de su forma de vivir, de su creencias etc. y así poder conservar la memoria de sus antepasados Finalmente partiendo de la crítica de Ricocur, se puede decir que los comentarios del Inca Garcilaso de la Vega::1- Parte de una Memoria individual, porque se relata a través de un conocimiento previo lo que el autor tiene de su entorno social, que influyó en su niñez.2-. Evoca el Recuerdo, por el hecho de que el autor revive lo que escuchó en su entorno y lo plasma para mantener el legado de sus antepasados.3-.Rescata la tradición para no caer en el Olvido, porque en el libro se verifica la cultura Inca, y eso fue lo que busco Garcilaso que su cultura se conociera la mejor forma era a través de de su legendaria obra literaria, es decir, que no fuese olvidada

UN TESTIMONIO...
Grellys Freitez
SECCIÓN 7LL01

En la obra “comentario reales de inca Garcilaso de la vega” la cual es de carácter histórico, donde se describe la costumbre, organización política y social, así como todos aquellos acontecimiento histórico del imperio inca, esta historia se considera como un extraordinario testimonio sobre esa cultura, que incluye cantos y plegaria populares, que de no ser por este autor, se hubiera perdido, de este tema quiero hablarle de cómo la menoría se encuentra expuesta al olvido, ya sea por el pasar el tiempo, lo cual es un aspecto contra el que no podemos luchar pues el tiempo no se detiene, lo que plantea Paúl Ricour (2000) afirma “que en cierto sentido la problemática del olvido es la más amplia y este presente una amenaza inquietamente que se perfila en el trasfondo de la fenomenológica de la memoria. Es decir aquellas características esenciales de la experiencia y también de la epistemología de la historia o lo que es su verdadero conocimiento”
Garcilaso cuando joven le pregunta a su tío:
“inca, tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es lo que guarda la memoria de las cosas pasadas, ¿Qué noticias tenéis del origen y principio de nuestro reyes?” (Garcilaso de la vega inca, 1976,1:37)

Acá se puede observar claramente que en términos histórico, la tradición oral un antecedente a la escritura, pues todas las historia de los pueblos, en todo sus contexto, se transmitían de generación en generación, cada cultura desarrolla su forma de memoria que le es propia, como lo afirma schmidt(1991)y más que todo los conocedores de los hecho ocurrido, de una detallada y precisa leyenda eran los ancianos, por lo que cada vez que uno de ellos moría, es como si muriese también una biblioteca; aunque no era una muerte total y absoluta, porque la tradición oral seguía viviendo; pero los pormenores o los detalles de lo que realmente ocurrió, corría el riesgo de perderte con el pasar de años.

RECUERDO: IMAGEN DEL PASADO
Edwin Mendoza
Sección 7ll01
Con el título de “El Recuerdo y la Imagen”, se alcanza un punto crucial entre toda la fenomenológica de la memoria, ya que no se trata de un concepto genérico, que abarca las concepciones de ésta, sino que comprende, entre la simple presencia del recuerdo y la rememoración, es aquí donde cabe preguntarse ¿Es el recuerdo una especie de imagen?; La respuesta a esta pregunta es afirmativa, porque posee una relación estrecha entre el recuerdo y la imagen, ya que el recuerdo es una imagen que la persona se hace del pasado. La imagen y la memoria poseen un rasgo en común, y no es más que la presencia de lo ausente, teniendo como rasgo diferencial la suspensión de cualquier posición de la realidad y la visión de lo irreal, por otra parte la posición de una realidad anterior que se encuentra presente de modo indirecto, por ejemplo: retratos, estatuas, fotografías, por citar algunas, sólo basta con pensar en algo vivido y esa imagen llega directo desde la memoria para ser representada oral o gráficamente.En Los Comentarios Reales de los Incas, escrito por Inca Garcilaso de la Vega se extrae el siguiente fragmento para evidenciar la teoría antes mencionada:

“Cada uno de ellos brevemente contó al otro su vida pasada. Pedro Serrano, sospechando la necesidad del huésped, le dio de comer y beber de lo que tenía, con que quedó un tanto consolado, y hablaron de nuevo en su desventura…Todo este cuento, como se ha dicho, contaba un caballero que se decía Garcilaso Sánchez Figueroa, a quien yo se lo oí, que conoció a Pedro Serrano y certificaba que se lo había oído a él mismo y que después de haber visto al Emperador se había quitado el cabello y la barba y dejándola poco más corta que hasta la cintura, y para dormir se la entrenzaba, porque no entrenzándola, se tendía por la cama y la estorbaba el sueño.”

En este fragmento se puede observar como el recuerdo está estrechamente ligado a la imagen, en el primer párrafo se ve como realiza una descripción de los hechos sucedidos durante la estadía en una isla (Imagen), y luego como este se vuelve un hecho contado por el mismo Garcilaso (Recuerdo); de esta manera todo el texto se encuentra lleno de recuerdos e imágenes que trasladan al lector en un mundo lleno de fantasías, misterios, enigmas, y desde un primer momento lo atrapa para contar todo los hechos de los incas.